
Ambos saben que les separa un abismo y sin embargo, sorda y maquinalmente, suprimen el espacio distante imponiendo a sus desnudos cuerpos una disolución, una plétora de fluidos y órganos hinchados de violación y descomposición.
Dientes entrechocando, mordiendo carne lacerada en la ciega coronación espasmódica de una muerte soberana que abriéndose a la eternidad extiende sus tentáculos por todos sus húmedos orificios
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